Para quien no lo conozca, Luis Gonzalo Segura es un autor que podría decirse que surgió casi por accidente. Hasta hace pocos años este hombre era un militar, un teniente del ejército de tierra, al cual expulsaron del cuerpo por motivos desgraciadamente desalentadores.
Como muchos otros compañeros de profesión, Luis observó que dentro del ejército español había mucha corrupción, grandes cúpulas y pocos soldados, altos mandos haciendo tratos con políticos y empresarios para ganar dinero a costa de terceros, prácticas bélicas sucias que no son nuevas y otras irregularidades que dejaban en evidencia que las fuerzas armadas era otra institución que había acabado podrida por culpa de unos pocos, y no tan pocos.
Ante dicho panorama, el militar comenzó una larga lucha burocrática por denunciar todos los problemas, delitos y secretos oscuros del ejército, pero el proceso burocrático y el poder de los peces gordos del ejército y fuera de él se lo impidieron. De algún modo, las fuerzas armadas se rigen por una estructura interna vertical donde una sola voz dicta sobre las demás y la disidencia o la insolencia no se permiten y se castigan con el calabozo o la tortura, como en una dictadura. Eso puede parecer sacado de la imaginación de algún loco exagerado y conspiranoico, pero Luis nos asegura que no es una idea tan descabellada.
Tras publicar su primer libro, Un paso al frente, en el que narraba varios hechos deshonrosos del ejército, novelizados y con algunos nombres modificados, se destaparon muchas tramas y los problemas para el autor se fueron sumando y haciéndose más graves. En el propio libro se relatan sus noches en los calabozos, que aprovechaba para escribir, y mucho más.
Recuerdo que cuando salió me lo compré como regalo de Navidades y no podía creer lo que leía. Si ya sentía poca simpatía por los ejércitos antes de leerlo, tras asumir que todo eso que contaba en el libro era cierto, el poco respeto que me quedaba se desvaneció. También recuerdo contactar con el autor y ver que recibía mis alabanzas de buen gusto. Y es que los civiles sabemos muy poco del ejército, y gracias a gente valiente como este autor ahora sabemos algo más, y algo que no nos gustaría que fuese real.
Tras la salida del libro surgió un escándalo que hizo ruido durante unos días, otros compañeros de Luis también hablaron del tema, fueron destituidos del ejército y poco más se dijo al respecto. Desde entonces el autor ha seguido escribiendo y publicando, ha aparecido en varios medios y sus libros no se venden mal. Aprovechando la suscripción a la plataforma virtual, decidí leerlo. Tardé varios días en acabármelo, la dureza del relato invita a degustarlo poco a poco y horrorizarse con una realidad que supera a la ficción.
Se nota que Luis es un hombre leído, que cuenta lo que mucha gente silencia sin irse por las ramas ni andarse con pretensiones artísticas, sin perder el hilo de lo que nos quiere contar y creando personajes muy humanos que podrían ser nuestros vecinos y amigos.
En Código Rojo se nos presenta una historia con una mayor dosis de ficción e imaginación que en Un paso al frente, pero no por ello pierde fuerza a la hora de transmitir los horrores de una institución para proteger a los civiles que se comporta como si estuviéramos en guerra, cuando no crea o participa en un conflicto absurdo como lo son casi todos hoy en día y también ayer.
En el libro ha ocurrido un asesinato. Varios, de hecho, y parecen estar relacionados. Altos cargos del ejército, personas que toman decisiones importantes sin que nadie les haya elegido para ello en una democracia, personas que se han beneficiado de los horrores de otros y algún que otro miembro del CNI han sido asesinados o secuestrados. Nuestro trío tratará de desenmascararlo, a la vez que sacan a la luz datos que preferiríamos no conocer. Tenemos a tres militares: uno de ellos ha sido expulsado recientemente y ha perdido mucho por el camino, y representa claramente a Luis. Dejando de lado al otro protagonista masculino, el personaje con el que más he disfrutado es Sira, que representa a la población civil incrédula. Sira duda de casi todo lo que sus compañeros van destapando sobre el ejército, de hechos históricos incluso, y no porque sea mala persona, sino porque así le nace. Le parece que toda esa situación es exagerada, que no puede haber tanta corrupción, pero tampoco deja de participar en la investigación y claramente quiere desenmascarar al asesino en serie.
No ganará ningún premio a la mejor trama, pero tampoco deja de ser un libro entretenido, ameno, ideal para leer en el transporte público o antes de acostarse. Además, hay que tener en cuenta que ya hay novelas negras buenísimas al alcance de cualquiera. Pero esto es diferente. Sin este contexto, este sería un libro más, pero hay que entender qué circunstancias lo han llevado a existir y, de ahí, por qué recomendarlo o no.
Recuerdo que le pregunté a un conocido que quiso ser militar pero no le dieron plaza qué opinaba de este autor y me contestó que no le caía bien por su manera de hablar del ejército, por no querer lo suficiente a su país, por haberlo visto cerca de políticos con los que no comparte su opinión, y acabó hablando de suprimir las autonomías y de centralizar el estado. Y ambos somos y vivimos en Cataluña. Cada vez que lo cuento casi nadie me cree, pero este tipo de personas existen y tienen derecho a existir y pensar como quieran. Que me parezcan pensamientos alocados y peligrosos es otro tema. Yo no voy a censurar a nadie, no soy el ejército ni tengo poder político.
Entiendo que no todo el mundo esté de acuerdo con que hay que destapar las corruptelas de las instituciones, incluso si lo dicen personas que no van a perder poder si se le diera la vuelta al panorama, y que no les haga puta gracia que la mierda salga a flote, hablando claro. El caso es que personas como Luis son necesarias. Pertenecen a profesiones importantes, han visto más allá de lo que vemos los civiles y quieren resolver los problemas que van encontrando. En lugar de enfadarnos con quien nos destapa una trama bochornosa, deberíamos atentar contra quien la ha hecho posible, lo permite y se beneficia de ella. Al final tenemos lo que nos merecemos, por enfadarnos con quien desvela que han robado al vecino en lugar de cabrearnos con los ladrones.
Por mi parte, seguiré leyendo a Luis Gonzalo Segura. Sé que voy un poco atrasado pero algún día me leeré El libro negro del ejército español y los que vayan llegando. Os recomiendo su lectura si queréis tener algo de bagaje sobre estas corruptelas sin renunciar a una narración entretenida. La ficción tiene la capacidad de divulgar cualquier hecho y hacer que cale con mayor fuerza que con datos aburridos sin ningún discurso alentador.
Gracias por leerme y hasta otra entrada.
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